Junio 2011
¡¡Nuevo número del periódico literario!! Brujas en nuestra sección de "Mitos y leyendas", un nuevo acertijo como cada mes y una frase sobre amor y guerra, para darle vueltas a la cabeza. Para descubrirlo haz click sobre "Periódico Literario", que se encuentra en la parte de arriba del blog.


martes, 24 de agosto de 2010

LOS OJOS DE LA BIBLIOTECA

Ciudad de Portada, 26 de julio de 3184
Querido diario:
Hoy ha sido un día muy cansado, para empezar, me despertó la limpiadora que venía a abrillantar la biblioteca con su enorme retaila de productos de limpieza, perfumados con aromas cítricos. Estaba encerando la estantería de libros de cocina, que es el lugar donde yo duermo, cuando empezó a ojear uno de los libros. ¡Que susto me llevé a ver sus grandes ojos tan cerca de mi! Me levanté del libro de Caperucita Roja (Edición Limitada), que es mi cama, muy sobresaltada, pero me volví a dormir. Más tarde, cuando llegó la bibliotecaria, la Señorita Hudson, encendió el ordenador y yo salí de mi pequeño escondrijo para empezar el día. Cogí mi bata y me dirigí hacia los servicios me lavé la cara y me fui a desayunar. Mmmm, un delicioso trozo de pan con queso de cabra me esperaba en la pequeña mesa-portalápices. Después de terminar mi trozo de queso me fui a la zona infantil. Yo sé leer, pero lo de leer libros más grandes que yo, no me gusta. Prefiero los libros de niños pequeños, que no cuestan leer, porque tienen las letras del tamaño de mi cabeza. Me cogí un libro que se llamaba: "¡Todo el mundo va!" ¡Qué final tan inesperado. Después, el señor Clapton, el novio de la señorita Hudson, la recogió para ir a comer. ¡Por fin estaba sola de nuevo! Corrí hasta llegar a la sección de libros de viajes. Cada día visitaba un país, sin moverme de mi casa. Acabé de leer el libro a las cinco, hora en la que la señorita Hudson tendría que abrir, pero en su lugar abrió una señora mayor. Llevaba un cartel en el bolsillo de la camisa. Para leerlo me puse mis gafas y vi que ponía: Señora Doyle. Bibliotecaria de sustitución. ¿Sustitución? ¿Qué era eso? Para saberlo, corrí hasta la estantería dónde están todos los diccionarios. Cogí uno y busqué. S, su, sus... ahí estaba, sustitución. Leí en voz baja la definición: Acción y efecto de sustituir. ¿Pero qué era sustituir? Encontré sustituir: Poner a algo o alguien en lugar de una persona o una cosa. Entonces...la señorita Hudson debe estar enferma y la señora Doyle la sustituye. A las seis llegó una niña con un montón de libros para devolver.
-Hola.
-Hola pequeña. ¿Te has leído todos esos libros?
-Sí. ¿Dónde está la señorita Hudson?
-Está de viaje, pero yo la sustituyo, si te puedo ayudar yo.
-No, da igual. Aquí tiene sus libros.
La niña se fue corriendo y parecía muy triste, al igual que la Señora Doyle. Decía:"¿Por qué seré de sustitución y no una bibliotecaria más, a la que todos los niños quieren?" Me dió mucha pena. A las ocho y media, la señora Doyle se iba a ir y grité, con tadas mis fuerzas: ¡¡Espereeee!! ¡¡Espereeeeeeee!! Parecía que no me oía, así que me apresuré a llegar hasta ella y cuando llegué, le tiré del pantalón. gritó, a la vez que corría hasta el mostrador y se subía a él.
-Un...un...ratón.
-Una ratona, si no le importa.
-¡Y habla! ¡Esto debe ser una alucinación!-Dijo la mujer, frotandose los ojos.
-No, soy de verdad, me llamo Abie, Abie Pérez. Mi primo es español, Ratón Pérez.
-Yo... yo soy... la señora Doyle.
-Ya lo sé, lo he leído de su cartel.
-¿Sa-sabes leer?
-Sí, claro. Vivo aquí desde que tenía un mes.
-¿Y qué quieres de mí?
-Sólo quería decirte que aunque los niños no te digan que te quieren, poco a poco te irán cogiendo cariño y cuando vuelva la señorita Hudson, se sentirán muy mal porque usted se ha ido.
-Sí, supongo que tienes razón.
-¿Le puedo pedir un favor?
-Sí, claro, por supuesto-En ese momento se bajó del mostrador, ya no me tenía tanto miedo-. Tú dirás.
-¿Ves esa sección? ¿La de libros de cocina?
-Sí, la veo.
-Bien, esa es mi cama. Lo que pasa es que cuando llega la limpiadora, todos días, los ojea, y me asusto.
-¿Y qué quieres que yo haga?
-Que me proteja, además he pensado cómo.
-¿Cómo?
-Vaya a la papelera y coja una caja.
Ella, muy obediente, fue.
-Vale, ahora, cójame.
-¿Qué te coja?
-Sí venga.
Ella, aunque con cara de asco, me cogió.
-Vamos a la sección de cocina.
Cuando llegamos, me dejó en una valda.
-Ahora busque el libro "Soufflés para inexpertos".
-Aquí está.
-Lléveme hasta él.
Me subió y yo aparté el libro.
-Ponga la caja al fondo, por favor. Y ábrala.
-Vale.
Lo hizo.
-Ahora, por favor, métame.
-Vale.
-¡No me cierre, que mañana no puedo salir!
-Perdona.
-Muchas gracias, señora Doyle. A partir de ahora, esta será mi casa, puede venir a tomar un té cuando quiera.
-Con mucho gusto. Hasta mañana, Abie.
-Adiós.

Y así es como ha sido mi día, el día en el que he conocido a la Señora Doyle, mi salvadora y mi cuidadora, espero que por mucho tiempo, que la señorita Hudson se merece unas largas vacaciones.
ABIE PÉREZ

domingo, 8 de agosto de 2010

LA NOCHE DE LOS JUEVES

Clara y Alejandro estaban cogiendo algunas bolsas de aperitivos y patatas. Mientras, Elisa preparaba su habitación para la velada de esa noche. Era casi una tradición: los padres de los chicos libraban y se iban a cenar todos los jueves. Clara, la mayor, tenía que cuidar de los mellizos, dos años mas pequeños que ella. En vez de ver una peli o pedir una pizza, se reunían en una habitación, hablaban de sus cosas, y veían la pelicula y pedían la pizza desde allí. Dormían los tres juntos y cuando se levantaban, volvían a su vida normal. "Es bueno que un día a la semana dejemos de pelearnos y nos reunamos juntos como si fueramos amigos." Decía siempre Elisa.
Sus reuniones, como las llamaban ellos, permanecían en secreto. Habían hecho unas normas el primer día que se reunieron.
"Regla Nº1 Quien diga algo sobre estas reuniones SECRETAS, se le corta un dedo. (No, es broma, pero no se puede decir)"
Esa noche, a las nueve, su padres se fueron a la inauguración de Marísquería El pueblo Donde va el famoseo, como decían los anuncios de la televisión. En cuanto se fueron, Alejandro y Clara fueron a la habitación de Elisa. Ella había puesto una manta de cuadros de colores en el centro de la habitación. Encima de la manta había colocado unos cuencos y en el centro, una vela que iluminaba toda a habitación.
-Ten cuidado con la vela-Advirtió Clara.-no se vaya a caer y la liemos.
-Tranquila, la apago y voy a buscar unas linternas.
Con la vela apagada y las linternas en las manos, empezó la reunión.
-Doy por inaugurada-Dijo Elisa, solemnemente.-la noche de los jueves.¿Quién quiere empezar?
-Yo.-Dijo Clara, levantando la mano.- Alejandro, ¿sigues con Lara?
-¡Oye, que tienes que contar tus problemas, no sacar los míos!-Protestó Alejandro.
-Da igual, puede contar lo que quiera, lo pone en la Regla Nº5.-Contestó Elisa, señalando con una mano una cartulina que sosotenía con la otra.-¡Contesta!
-Vale, bueno... No, no sigo con Lara, ¿contentas?
-¿¡Qué!?-Exclamaron las dos, aunque ninguna de las dos lo sentía por Lara. Ellas creían que su hermano había hecho lo mejor. Lara era muy prepotente, capaz de pisar a cualquiera por conseguir cualquier cosa. Un rumor que había por el Instituo era que había vendido a su hámster para comprarse un vestido rosa (el único color que había en su armario).-¡Pero si llevais un montón de tiempo juntos!-"Por desgracia".
-Pues por eso mismo, porque ya no nos gustamos. Seguimos siendo amigos, no os preocupeis.-"Qué bien, qué alegría que seguís siendo amigos"
-Pues vaya-Contestó Elisa, cruzándose de brazos y mirando hacia el suelo.
-No estés triste, Elisa-Le consoló Clara, poniéndole un brazo sobre sus hombros y mirándola de forma que le dijo: "Alégrate, que que tu hermano deje a Lara no pasa todos los días".
-No estoy triste por ellos, pero esque el ya ha tenido novia, tú lo tienes ahora...-Se dio cuenta de su error y se tapó la boca.
-¡Calla!
-Lo siento.
-¡Tienes novio! Lo sabía. Le vas a romper el corazón al pobre Roberto.-Él sabía que también había metido la pata y se tapó la boca.
-¿¡Qué!? ¿Qué le gusto a Roberto?
Roberto era el mejor amigo de Alejandro. Era feo y se pasaba las horas muertas jugando al ordenador, a los marcianitos, para ser exactos.
-Bueno, cambiemos de tema-Dijo Elisa, intentado llevar las aguas a su cauce-.La profe de Dibujo es una pesada, no me deja pintar tranquila...
Siguieron hablando hasta las doce, cuando se acostaron, todos en la misma cama. A la mañana siguiente la primera en despertarse fue Clara, que despertó a sus hermanos.
-¿Por qué te despiertas tan pronto-Preguntó Elisa, frotándose los ojos y mirando el despetador de ranita que había en el escritorio-? Son las siete y media.
-Porque es viernes-Contestó Clara
-¿Qué pasa los viernes?
-Nada, solo que no es sábado ni domingo.
-¿Y?
-Pues que los viernes y los sábados te vas de fiesta y al día siguiente te levantas tarde.
-Venga chicos-era la madre, desde la puerta.-hora de levantarse. No sé por qué dormís los tres juntos, teneis que estar muertos de calor...
-Cosas nuestras, mamá.
Se levantaron e hicieron la cama, desayunaron y cogieron sus mochilas. Dieron un beso a sus padres y fueron al Instituto. Al llegar, cada uno se fue con sus amigos: Clara, con Raquel y Sandra; Alejandro con Roberto y Manel; Elisa con Carol y Vicky.

jueves, 5 de agosto de 2010

LA MISTERIOSA MUJER DE LA HAMACA II

Carmen creyó que lo mejor sería ir a preguntarle el por qué de todas sus preguntas, aunque la señora, que era un tanto remirada, tal vez contestaría a sus preguntas con un "¡Y a ti que te importa!" o "Métete en tus asuntos". Carmen tendía a confier demasiado en la gente, que a veces "le hacía pillarse los dedos con la puerta"como solía decir Estela. Pero Carmen esperaba que esta vez fuera diferente. Esperaba que Isabel le diera explicaiones para sus interrogantes, y esperaba que tal vez, fuera una buena persona. Estaba segura que si lo que iba a hacer se lo contaba a Estela, le diría que estaba loca, casi tanto o más que a la que le iba a preguntar. Pero eso a Carmen no le importaba. Salió a la zona común, donde Elsa y Lara, dos hermanas gemelas de la misma edad que Carmen la esperaban para jugar al Mayorvolley, un juego que ellas mismas habian inventado.
-Id jugando vosotras, ahora voy, no me importa, os pegaré una paliza igualmente. -Dijo Carmen a la chicas, entrando en la casa de Isabel y guiñándoles un ojo.
-Vale.-Contestó Lara. Después le preguntó a su hermana.-¿Qué hace Carmen entrando en casa de la loca?
-No lo sé. A lo mejor va a pedirle sal.
-Y de paso juegan a las cartas. Parece mentira las notas que sacas y lo tonta que eres. ¡Qué es la loca!-Contestó Lara, poniendo más énfasis en la última frase.
-¡Mejor sacar buenas notas y ser tonta que ser tonta y no sacer buenas notas como haces tú!
-¡Te he dicho mil veces que no digas eso aquí, pedazo de tonta!
-¡Tonta lo serás tú!
Y empezaron a pelearse.
Mientras tanto, Carmen entró en el jardía trasero de Isabel. Oía gritos y algunos quejidos como "¡Ay!", "¡Para!" o "¡Me has hecho daño!", dando paso a llantos. Golpeó la cristalera que daba paso a un gran salón. Nadie la abrió, pero escuchó un lejano "¡Adelante, está abierto!" como

respuesta. Entró y se quedo inmóvil al ver el gran salón, en el que cabrían dos salones como el de Carmen. La casa por fuera parecía igual que todas las demás de la Urbanización La Orquídea. Luego oyó unos pasos que se acercaban a la sala donde estaba ella.
-Hola Isabel, siento molestarla.-De cerca, Isabel aparentaba muchos más años que desde lejos. Llevaba el pelo teñido de rubio, el mismo rubio que usaba su abuela, seguramente se habían peinado en la misma peluquería, la única del pueblo. La mujer era regordeta, bajita y llevaba los labios pintados de rosa claro.
-Tú dirás, Carmen. Siéntate. ¿Quieres tomar algo, un refresco, tal vez?
-No, gracias. Tal vez me llame cotilla y entrometida pero hay una pregunta, mejor dicho varias, que me llevan rondando la cabeza...

lunes, 2 de agosto de 2010

VISITA A LA ABUELA

¡Corre, corre!- dijo Sandra
¡Ya voy! ¡No puedo correr mas!- le contesté

Como cada verano Sandra y yo íbamos juntas a Lupfig, un pueblecito situado en Suiza. Todos los años nos desplazábamos hasta allí para visitar a la abuela, que nos recibía con ilusión.
Al llegar a la puerta de embarque observamos que no había nadie y tan solo quedaban 10 minutos para partir. Rápidamente Sandra y yo miramos las pantallas y habían cambiado la puerta de embarque.
Quedaban solo 4 minutos cuando llegamos, enseñamos los pasaportes y fuimos corriendo hacia el autobús. Nos montamos y en muy poco tiempo llegamos al avión. Avanzamos por las escaleras y una vez dentro buscamos nuestros correspondientes asientos, el 22 A y el 22 B.
Mi prima y yo estábamos tranquilas, pensando que todo se había resuelto y que el resto del viaje sería pacífico, pero no fue así...

Llegó la hora de comer, en el avión no había mucha variedad, así que pedimos unos bocadillos. La comida no estaba incluida en el billete, por lo que teníamos que pagar aparte. En ese momento fui a sacar mi monedero y me di cuenta de que no estaba en el bolso. Lo busqué en los asientos y en la mochila del equipaje de mano. La azafata estaba impaciente y Sandra se estaba poniendo roja de vergüenza. Fue entonces cuando saqué del bolsillo izquierdo de mi pantalón 5 euros que me habían sobrado al comprar los refrescos en el aeropuerto. ¡Estábamos salvadas! Se los di a la azafata y me comí el bocata de jamón serrano con tomate.

Al llegar al aeropuerto de Zurich fuimos a la cinta para recoger las maletas. No tuvimos que esperar para ver un gran maletón rosa, el de Sandra, pero las maletas se acabaron y la mía no había salido.
Estaba cansada de este viaje y entonces apareció un hombre vestido con el uniforme del aeropuerto que traía mi maleta. ¡Que bien! Parecía que las cosas empezaban a salir bien.

Un hombre nos esperaba a la puerta, con un cartel que decía:
"Familia García"
Fuimos hacia él y nos explicó que era el vecino de la abuela y que nos llevaría a casa. Nos montamos en su coche y cuando llevábamos unos 15 minutos de viaje el coche se paró. ¡No tenía gasolina! Por suerte el vecino de la abuela llevaba una garrafa en el maletero, suficiente para llegar.

Nos acercábamos a Lupfig y vi la casa de la abuela desde lejos. Al acercarnos ella estaba en la puerta saludándonos.
Nos bajamos del coche, corrí hacia ella y la abracé con fuerza.

¡El viaje había merecido la pena!

domingo, 1 de agosto de 2010

LA MISTERIOSA MUJER DE LA HAMACA

El sol abrasaba a todos los que estaban en la zona común de la urbanización. La piscina estaba repleta de personas. Carmen había invitado a Estela, su mejor amiga a casa. Estela se iba a tirar por el trampolín cuando le dijo a Carmen:
-¿Quién es esa? Siempre que vengo está ahí.
-Y cuando no vienes también está. Se llama Isabel. Sale a las nueve de la mañana, se da un baño de no mas de diez minutos, sale, se seca, se sienta en la hamaca, hasta las nueve de la noche, sin moverse, solo para mirarnos mal a los que corremos por ahí.
-Pues es muy aburrido venir a la piscina y no bañarte. Anda, quita que me voy a tirar de bomba.
A las ocho menos cuarto, los padres de Estela fueron a recogerla.
-Ahí sigue-dijo Estela.
-Tal vez sea que no se puede mover de ahí.
-No sé, yo lo único que digo es que es una aburrida.
-Venga Estela,-dijo la madre.-debemos irnos.
-Gracias por invitarme. Adiós.
-Adiós, otro día te llamo.
Carmen cerró la puerta y se quedó pensando unos momentos: ¿Por qué leía el mismo número de la revista Ciao!? ¿Cuál era la razón por la que no se movía en todo el día? ¿Por qué miraba mal a los niños?
Continuará...