Voy a seguir contándoos la aventura del otro día, cuando conocí a Raúl.
Después de que él me contara que sus padres lo querían llevar a un internado, me quedé destozada.
A las cinco y media, como acordamos el día anterior fui a casa de Raúl, para hablar con sus padres.
-Hola, buenos días, soy Karina.
-Hola, ¿qué quieres?-me dijo su madre al abrir la puerta
-¿Puedo pasar? Quería hablar con ustedes sobre Raúl.- dije yo, muy nerviosa.
-Claro, pasa, pasa. Puedes tutearnos, que hay confianza.
Les expliqué que no podían enviar a Raúl a un internado, pero ellos no me hacían caso, pensaban que el tenía que aprobar, y me dijeron que cuando sacara buenas notas, le dejarían volver. Pero yo no podía permitir que aquello pasara, no quería que estuviéramos tanto tiempo separados. El padre de Raúl se fue, tenía que ir a trabajar. Yo me quedé sola con su madre, tenía que convencerla...
-No puedes dejar que se vaya a un internado...yo entiendo que el tiene que mejorar en sus estudios pero...
-¿Pero qué?-dijo su madre
-Pero es que yo...¡le quiero! ¡Estamos enamorados y no dejaré que se vaya!
Su madre se quedó con los ojos a cuadros, no sabía que decir así que yo seguí con mi "discurso".
-Prometo que le ayudaré a estudiar, y si en este trimestre no saca buenas notas...aceptaré que se tenga que marchar...aunque me duela mucho.
La madre de Raúl se quedó pensando, estaba muy impresionada por mis palabras, y al cabo de unos minutos dijo:
-De acuerdo, me has convencido, has demostrado que le quieres mucho y que harás lo posible para que no se marche.
Su madre y yo nos abrazamos y yo me fui, tenía que contárselo todo a Raúl.
Fui corriendo a la biblioteca, donde le vi sentado, estudiando. Salimos a la calle y se lo conté todo. ¡Estábamos muy contentos! Él me dio un beso y ahí comenzó una nueva etapa de mi vida, siempre a su lado.
Y esa es la historia de cómo conocí a Raúl, y aunque pasamos por muchas cosas todavía a día de hoy nos seguimos queriendo un montón.
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