Clarita llegó de las primeras a la puerta del cole de donde salía el autobús, mas no tardaron en llegar los otros niños.
-¡Clarita! ¡Clarita! Dijo Raquel.
-¿Hola Raquel! contestó la niña abrazándose a su amiga.
- ¿Vamos juntas?
-Si, Raquel, cómo me voy a perder la excursión.
- No, Clarita ¿que si vienes conmigo en el mismo asiento?
-¡Ah! no te había entendido, claro me siento junto a ti.
No tardaron en llegar los demás amigos, entre los que se encontraban Luis y Jony. Estos dos eran hermanos gemelos, vecinos de Raquel, por lo que se llevaban muy bien con las dos niñas, ya que jugaban muchas veces en el parque. Los dos hermanos se sentaron en el asiento siguiente a las dos niñas.
Después de pasar la mañana en la granja escuela y hacer un descanso en un parque, para comer los ricos bocadillos, que sus mamás les habían preparado, los llevaron a un monte donde había muchos castaños. Los cuatro amigos se juntaron para ir a recoger castañas debajo de un castaño, que había muy grande. Estaban todos entusiasmados recogiendo las castañas cuando Luis les llamó.
-¡Jony! ¡Raquel! ¡Clarita! Venir, mirar esto.
Los niños corrieron hacía donde estaba Luis, todos intrigados por ver el motivo de su llamada.
Al llegar vieron una piedra que brillaba como un cristal. Se arrodillaron junto a ella, para poder verla bien.
-Chicos pero veis lo mismo que yo, dijo Clarita toda sobresaltada.
-Pe..pe..ro si parece la pantalla de un portátil, dijo Jony incrédulo.
-¡Anda Luis! no nos tomes el pelo, dijo Raquel, si, es un espejo que refleja.
-Tú, no ves bien Raquel, cómo va a ser un espejo que refleja, si lo que se ve es un precioso castillo y aquí no hay ninguno -dijo Clarita.
¡Anda! Tienes razón- dijo Jony.
-Vamos a llamar a la profe, dijo Luis levantando la piedra con ambas manos.
-¡Noeeeeeeeeeeliaa! -dijeron los niños.
Cuento escrito por Margarita Carro González, el cuento continúa, no os lo perdais.
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