Mi abuela siempre las pone en Navidad, encima de la chimenea. Yo iba a coger la foto de mis padres, cuando el tonto de Tobby, el perro de la abuela, se chocó contra mí y una bola de cristal con nieve y un Papá Noel dentro se cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. A la vez que la bola caía hacia el suelo, yo me hize pequeña y subí volando hasta la repisa de la chimenea. Mis piernas se movían involuntariamente y, sin yo quererlo, atravesé otra de las bolas de cristal. Miré hacia atrás y vi a Tobby, mirándome, parecía alegre y todo, y luego chupó el cristal. Las bolitas que simulaban la nieve lo cubrían todo y empezaban a hundirme. Al otro lado de la bola había un lugar con piedras y sin nieve. Intenté andar hacia allí, pero no podía, a cada paso que daba me hundía. Así que, para algo me serviría la medalla de oro en el campeonato del colegio, cogí airey me "sumergí". Cuando salí a tomar aire, me di cuenta de que ya había llegado al caminito. Cuando lo vi antes, me pareció que estaba muy lejos, pero me di la vuelta, y vi el agujero por donde me había metido casi en mis pies. ¿Qué había pasado? Donde estaban las piedras, era un camino que llevaba a una casa.¡Había leído tantos cuentos de casas con personas malvadas dentro: Hansel&Gretel, Ricitos de oro...! Pensé en darme la vuelta, para qué negarlo, pero al fin y al cabo las historias son solo eso, historias. Entré y allí había una señora, vestida de rojo que me miraba sin parpadear.
-Hola.
-Hola, eres la persona número uno que llega. Soy Mamá Noel y seré tu guía turística.
-¡No quiero hacer un tour turístico por aquí, quiero volver a casa con mi abuela!
-En ese caso, jamás podrás salir de aquí...
Pegué un grito tremendo y la verdad, con razón. me destapé y fui a la habitación de mi abuela. Después bajé al salón y fui hacia la chimenea y vi las dos bolas, la que se había roto y en la que me metí. ¿Qué pasaría si de verdad la rompiera? Prefiero no saberlo.
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