Junio 2011
¡¡Nuevo número del periódico literario!! Brujas en nuestra sección de "Mitos y leyendas", un nuevo acertijo como cada mes y una frase sobre amor y guerra, para darle vueltas a la cabeza. Para descubrirlo haz click sobre "Periódico Literario", que se encuentra en la parte de arriba del blog.


domingo, 2 de mayo de 2010

LOS SÁBADOS SECRETOS DE LA FAMILIA SANCHEZ

Todos los viernes era igual: Los amigos y amigas de los chicos les invitaban a hacer un montón de cosas, desde ir a dormir a su casa, ir al cine o a la biblioteca, pero siempre tenían que hacer cosas.
-Josefina, voy a celebrar mi cumpleaños el sábado en la heladería al lado de mi casa. Vendrás, ¿no?
-No creo que pueda, tenemos que llevar a mi abuela al pueblo, que va a hacer obras y los obreros es el único día que pueden ir.
-Pues entonces nada. Oye, el sábado pasado te llamé para preguntarte los deberes de Mates y por lo visto tampoco estabais.-Le preguntó Sofía a Josefina, la hija mayor de los Sanchez.
-No, fuimos a comer a casa de mi prima que vive a casi cincuenta kilómetros, entonces se nos hizo muy tarde y al final vinimos a las diez de la noche.
Todo eso que le había contestado Josefina a Sofía era mentira, pero ella sabía que su mejor amiga nunca se enteraría de todas las mentiras que le llevaba contando desde hacia, mas o menos, cinco años. Los padres de Josefina y de los gemelos, Javier y Juan, se llamaban Sandra y Mario. Ellos, cuando tenían la edad de los gemelos, unos seis años, se enteraron de que eran superheroes. Durante la semana actuaba una chica desconocida para toda la familia Sanchez. Por la poca información que habia en la Biblioteca Secreta, se llamaba Sanch, ese era su apellido, su nombre: DESCONOCIDO.
-¿Por qué el peligro solo es los sábados?- Preguntó Javier, uno de los gemelos, mientras volaban hacia París- Ayer me invitaron a casa de Marina y le dije que que nos teníamos que ir al pueblo.
-Bueno,- contestó Josefina- no te quejes, que yo me estoy perdiendo el cumpleaños de mi mejor amiga.
-Bueno chicos,- Dijo Sandra, la madre, intentando quitarle hierro al asunto-a lo mejor Sofía está celebrando su cumpleaños y Marina está en su casa con los demás niños, pero nadie está llendo a París.
-Sí, Carlos se iba a Paría hoy con su padre.
-¿Pero a qué no va volando sin ningún aparato?
Allí nadie pudo hablar, porque su madre tenía razón. Estuvieron largo rato sin hablar, hasta que Maio divisó París.
-¡Tierra a la vista! París, con el Louvre y su Mona Lisa, con el Río Sena y por supuesto con su Torre Eiffel.

La familia aterrizó en lo alto de la Torre Eiffel y bajaron rapidamente para comenzar su misión.
-Voy a llamar a la abuela,-Dijo Josefina cuando se acordó de que debía llamar a su abuela para que supiera que habían llegado a París.- Debe estar preocupada.
-Sí, yo voy a llamar a Dal para que nos dé las instrucciones de nuestra misión.
Por lo que les había dicho Dal, su primera parada era en el "Mercado de Las Pulgas".
-¡Qué asco! Yo ahí no voy, me voy de tiendas y nos vemos en la siguiente parada.-Dijo Josefina
-De eso nada, jovencita. Tú te vienes con nosotros y luego ya compraremos llaveritos de la Torre Eiffel.

Después de casi tres horas por París, el caso del robo del pañuelo de seda estaba resuelto. ¿No os lo había dicho? entonces, tendré que contarlo. Resulta que a una señora llamada Claire, mientras dormía a las orillas del Río Sena le habían robado el pañuelo de seda que le ghabía regalado su bisabuela. Y al final lo había robado un niño para regalarselo a su madre por su cumpleaños, y la señora Claire le regaló el pañuelo.


El lunes, a las ocho, llegó Sofía corriendo
-Josefina, al final no celebré mi cumpleaños porque mi hermano se cayó y se rompió un dedo de un pie así que al final no lo celebré. Lo celebro el viernes, ¿vale?
-¡Vale!
A las nueve, a la hora en la que entraban los de primaria al cole, fueron Javier y Juan a ver que tal se lo habían pasado Marina y los demás en si casa.
-Pues mal, porque cuando estabamos merendando, fue Marco, tiró una pelota contra una lampara, se cayó contra el acuario de mi padre y todos los peces se salieron.
-Vaya, lo siento.
-No importa, no se murió ninguno. Mi madre me ha dicho que si quereis que podeis venir el domingo a comer. ¿Podeis?
-El domingo... ¡Sí!

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